
Cuatro de la tarde, cerca de alcanzarse la pleamar en la playa de Los Molinucos, que se queda sin arena. Mientras tanto en la orilla, como si de la paleta de un pintor se tratase, las olas mezclan el marrón de la arena y el verde del mar.
Cuatro de la tarde, cerca de alcanzarse la pleamar en la playa de Los Molinucos, que se queda sin arena. Mientras tanto en la orilla, como si de la paleta de un pintor se tratase, las olas mezclan el marrón de la arena y el verde del mar.
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Desde dentro o desde fuera del agua, lo mires por donde lo mires, así da gusto empezar el día.
Bajo la atenta mirada de nuestro impertérrito amigo, convidado de piedra de tantos y tantos chapuzones.