En los lugares y rincones cotidianos se esconden fotos increíbles, pero el ritmo de vida frenético que llevamos muchas veces nos impide fijarnos en esas pequeñas cosas que se encuentran en nuestro camino. Una mañana, después de un buen chaparrón, cuando el suelo ya quería comenzar a secarse, me encontré en el camino hacia el trabajo esta solitaria hoja caída en el suelo en la que se refugiaban un puñado de gotas como queriendo resguardarse así de su inminente desaparición.
Desembarcando en la Primera de El Sardinero
Mañana gris de julio. Las nubes de lluvia acechan y la playa, vacía, esperando días mejores.